miércoles, 9 de noviembre de 2016

Sobre los malos

Los malos siempre ganan... hay que aceptarlo. A diario nos debilitan, nos humillan, resuena su voz en nuestras cabezas cada que los recordamos, cada que nos ofenden. Sabemos que ellos son los que no deberían existir, pero son tantos, más que nosotros, que a menudo creemos lo contrario. 

Y nos refugiamos en la metodología: cómo hacer para que no nos moleste, cómo meditar, que hay que hacer ejercicio, que hay que aprender defensa personal, que hay que tomar terapia con nuestros agresores... vaya, qué sentido tiene, habrá otros y nos enfrentaremos a un desfile interminable de sus chingaderas. 

Ahora ha llegado al internet: en foros, redes sociales, el correo, el blog, páginas especiales, nadie está a salvo. Puede que haya personas que tengan razón en su coraje, en denunciar, puede que también sean unos imbéciles a los que molestan... pero hay rabia, impunidad, complicidad con la autoridad. 

Entonces nos cansamos, nos volvemos terribles con nosotros, nos odiamos... porque sabemos que están respaldados por la autoridad; porque sabemos que, en el fondo, tienen razón: no sabemos qué es lo que les molesta, pero también nos molesta a nosotros. Logran encender nuestra ira, parece que son más listos que nosotros. 

No soporto a los bravucones, pero hay gente que los considera necesarios para que una persona realice una introspección, para que las personas observen que habrá obstáculos... mierda: un obstáculo debería ser una circunstancia, no una persona. Parece que nada de esto tiene sentido. 

Creo que es mucho mejor cuando hay una circunstancia que cuando es una persona. Al menos es más fácil culpar, es más fácil decir que estabas indefenso... Esto saca lo peor de ti, te sumerge en la desesperanza. 

Finalmente, creo que los malos siempre ganarán... ganarán porque es muy fácil convertirse en malo, cuando se nos inunda de pesimismo, cuando tenemos un mal día y cuando parece que, sin importar lo que hagamos, por desgracia, no hay sentido ni propósito.

No nos desanimemos, caeré en el lugar común de que hay que continuar, que hay que trabajar nuestro propio éxito, pero en verdad, ahora no estoy tan segura y no creo tanto en esas ideas. 

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