miércoles, 30 de noviembre de 2016

Dos desconocidos en negación

Conocí a un hombre rico cuyos negocios no funcionaban. Con un tiempo de distancia puedo decir que no eran tan malas ideas... pero que estaban mal ejecutadas. Siempre lo diré, sabía hacer varo.

Recuerdo a un amigo de ese hombre, él también sabía hacer negocios y siempre le daba consejos que pasaban desapercibidos. El hombre sabía lo que quería hacer y siempre, tenía que salirse con la suya. 

O bien, según decía una cosa y hacía otra: no soportaba pasar desapercibido, ni que la gente no le rindiera pleitesía. Vivía en una especie de burbuja, en donde no existían los otros, ni la pobreza o la incompetencia. Así es. 

Conozco a otra persona más o menos igual, pero pobre... clasemediera, que siempre busca por aquí y por allá aunque le digan que no. Y siempre es así: se pelean con ella, y después de ese gran pleito, tiene que estudiar y trabajar, poner tierra de por medio, para después renunciar y entrar a ese espiral de violencia. 

También vive en una burbuja y hace lo que quiere: no hay pobreza, porque no la ha sufrido, no hay más que libros, restaurantes y dinero. Adora ser egoísta... le han dicho inestable, inmadura, egocéntrica. Cosas que ve como su verdadero potencial. 

Además de que comparten la poca empatía que tienen hacia los demás. La vida tiene caminos diferentes para personas con las mismas creencias. Es curioso lo que la filosofía tiene que ofrecer para algunos cuantos. 

Ambos parece que leyeron a Ayn Rand: Se enojan cuando las cosas no salen a su manera. Son tan cretinos como los que critican. Creen que tienen razón en todo. 

Recuerdo que ese hombre hacía lo que quería... tal vez yo me proyecté en lo que quería ser y en lo que realidad soy: una persona terrible, que hace lo que quiere. Tal vez por eso, no ha sido que olvide su presencia. Tenemos mucho en común, lástima que nunca nos conocimos. 

Y es que es una parte de mi que no he resuelto del todo: cuando tenga mi burbuja ¿seré capaz de reventarla? ¿Seguiré viviendo en mi negación, creyendo que lo que yo he hecho está bien? ¿Siempre será así? ¿Cuándo se me va a quitar? 

Mi negación recae en que sigo pensando que no necesito nada, además de que nunca he hecho caso de lo que la gente percibe de mi. Honestamente, rara vez me he parado a pensarlo. No es que sea muy segura, ni mucho menos. Es que como que la gente nunca ha sido un criterio a considerar, es como un ente abstracto, que ni tiene razón ni se equivoca. 

Finalmente creo que hay pocos días para terminar mis proyectos. Sin embargo, con el poder de la negación uno puede autoengañarse, determinarse, creer lo que quiera y tener por seguro que acertará, sin tomar en cuenta el maniqueísmo estúpido de las personas. 

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